jueves, 23 de julio de 2015

El vacío del guerrero

Un célebre espadachín japonés, que se decía adepto al zen, fue al encuentro del maestro Dokuon y le dijo, no sin un leve aire de triunfo, que todo lo que existía era el vacío, que nada distinguía al yo del tú, etc.


El maestro lo escuchó un momento en silencio, luego cogió su pipa y golpeó con fuerza al soldado en el cráneo.


El hombre saltó, cogió su sable y amenazó al monje.

- Vaya – dijo éste muy tranquilo -, el vacío no tarda en montar en cólera.

El Valor de las Cosas

“Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?”

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…- y haciendo una pausa agregó: Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-E…encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien- asintió el maestro.

Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió.



Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.

Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.

Entró en la habitación.

-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:



-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.

-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.  

jueves, 2 de julio de 2015

Parábola de la vida

Un autobús lleno de turistas atraviesa una región muy bonita llena de lagos,
 montañas, ríos y praderas.
Pero las cortinas del autobús están cerradas, y los turistas, 
que no tienen la menor idea de lo que hay al otro lado de las 
ventanillas, se pasan el viaje discutiendo sobre quién debe 
ocupar el mejor asiento del autobús, a quién hay que aplaudir, 
quién es más digno de consideración …
Y así siguen hasta el final del viaje.

Maestro: ¡el viaje es el destino! … 
si no vives en el ahora perderás gran parte de tu vida
Fuente: Anthony de Mello

Ausencia



– Maestro, ¿dónde está Dios?

– Aquí mismo.

– ¿Dónde está el paraíso?

– Aquí mismo.

– ¿Y el infierno?

– Aquí mismo. Todo está aquí mismo. El presente, el pasado, el futuro, están aquí mismo. Aquí está la vida y aquí está la muerte. Es aquí donde los contrarios se confunden.

– ¿Y yo dónde estoy?

– Tú eres el único que no está aquí.

Microcuento Alejandro Jodorowsky 

Afilar el hacha - cuento zen


En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. 

Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al días siguiente.

Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.

El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día.

El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos.

Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó:
-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?

El joven respondió:

-Realmente, no he tenido tiempo... He estado demasiado ocupado cortando árboles...

Las llaves de la FELICIDAD - cuento zen


En una oscura y oculta dimensión del Universo se encontraban reunidos todos los grandes dioses de la antigüedad dispuestos a gastarle una gran broma al ser humano. En realidad, era la broma más importante de la vida sobre la Tierra.

Para llevar a cabo la gran broma, antes que nada, determinaron cuál sería el lugar que a los seres humanos les costaría más llegar. Una vez averiguado, depositarían allí las llaves de la felicidad.

-Las esconderemos en las profundidades de los océanos -decía uno de ellos-.

-Ni hablar -advirtió otro-. El ser humano avanzará en sus ingenios científicos y será capaz de encontrarlas sin problema.

-Podríamos esconderlas en el más profundo de los volcanes -dijo otro de los presentes-.

-No -replicó otro-. Igual que sería capaz de dominar las aguas, también sería capaz de dominar el fuego y las montañas.

-¿Y por qué no bajo las rocas más profundas y sólidas de la tierra? -dijo otro-.

-De ninguna manera -replicó un compañero-. No pasarán unos cuantos miles de años que el hombre podrá sondear los subsuelos y extraer todas las piedras y metales preciosos que desee.

-¡Ya lo tengo! -dijo uno que hasta entonces no había dicho nada-. Esconderemos las llaves en las nubes más altas del cielo.

-Tonterías -replicó otro de los presentes-. Todos sabemos que los humanos no tardarán mucho en volar. Al poco tiempo encontrarían las llaves de la Felicidad.

Un gran silencio se hizo en aquella reunión de dioses. Uno de los que destacaba por ser el más ingenioso, dijo con alegría y solemnidad:

-Esconderemos las llaves de la Felicidad en un lugar en que el hombre, por más que busque, tardará mucho, mucho tiempo de suponer o imaginar...

-¿Dónde?, ¿dónde?, ¿dónde? -preguntaban con insistencia y ansiosa curiosidad los que conocían la brillantez y lucidez de aquel dios-.

-El lugar del Universo que el hombre tardará más en mirar y en consecuencia tardará más en encontrar es: en el interior de su corazón.


Todos estuvieron de acuerdo. Concluyó la reunión de dioses. Las llaves de la Felicidad se esconderían dentro del corazón de cada hombre.

jueves, 18 de junio de 2015

EL PERDON

Primero tenemos que definir que es el Mundo para UCM. Desde el Curso vivimos en un Mundo Irreal. Una copia holográfica.

Dice el Curso:
“Nada real puede ser amenazado”
“Nada irreal existe”
“En esto radica la paz de Dios”

Cuando Adán y Eva abren sus ojos, allí se dan cuenta del otro´. Es en ese lugar donde aparece la primer culpa “El sentirse separado de Dios” (antes éramos Todo es Uno)

El mundo de los cuerpos es el mundo del pecado, porque se siente separado de Dios.   Cuando Jesús se convierte en el Cristo, es porque da cuenta de esto.  

"Esta separación es irreal" 

No somos un cuerpo con un Espíritu, somos un Espíritu transitando un cuerpo. 

Somos Dios, la extensión del Padre. Cuando tomemos conciencia real de esto, no vamos a necesitar ningún poder externos que nos resuelva este dilema.

Entonces, Jesús invoca al Espíritu Santo para que descienda sobre la tierra y sea el vehículo de comunicación entre Dios y sus Hijos Separados.

El Perdón, es necesario mientras nos consideremos separados de Dios y resulta es el medio que nos lleva a través de su propósito que es el Espíritu Santo.

Dios necesita que Perdonemos?    NO!!! Porque para El somos TODO  ES UNO, somos su extensión (es como si yo le pido perdón a mi pie  por haberse torcido)

Para Dios está todo perdonado. El HOMBRE (y hablo en genérico)  se cree separado, utiliza el Perdón por la culpa que le genera la separación.

Entonces la culpabilidad no existe, como tampoco el perdón.

Pero al creernos separados, necesitamos el perdón para que la enfermedad (la culpa)  y  la sanación (el perdón) aparezcan en el mismo plano. Siendo allí el lugar donde creyéndonos un cuerpo que dentro tiene un Espíritu se pueda sanar

Necesitamos los Seres humanos la herramienta del perdón?

SI!!!  En tanto nos sentimos separados de Dios, tenemos que utilizar todos los recursos disponibles.

El secreto para salirse de la culpabilidad es tener la certeza de que TODO  ES UNO!!!

Desde el Curso, decimos

Espíritu Santo Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz. Yo mismo tome una decisión, por lo tanto puedo tomar otra. Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz. No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito, anulará todas las consecuencias de mi decisión equivocada. Elijo permitírselo, al dejar que El decida a favor de Dios por mí.”

ES TAN SENCILLO…. Y TAN DIFICIL DE COMPRENDER!!!

Por Adriana E. Chappetti
Practicante de UCM